Bajo el título original de “The Woman in the Window”, esta película fue estrenada en 1944, durante el apogeo del cine negro americano.
Por @MaxiMDQ83
Fritz Lang, un renombrado realizador alemán que había huido del nazismo rumbo a Hollywood, hace maravillas en un género al que aportó varias obras maestras. Aquí se percibe la sensible huella de un autor al abordar dos temas universales: la soledad interior y el descontento con la vida propia.
Así como el cine negro bebía de las fuentes del psicoanálisis, aquí Lang infunde una fuerte carga onírica. La marca freudiana se percibe en tanto y en cuanto nuestro personaje, a través de los sueños, puede expresar aquello que el inconsciente reprime: deseos, anhelos y también frustraciones. Lo instintivo que por su vida rutinaria y el conservadurismo social se le es negado o reprimido.
Por otro lado, es interesante la radiografía que hace el autor del personaje que interpreta el enorme Edward G. Robinson. La aventura sexual como pasaporte a vivir nuevas sensaciones también supone una vía de escape a la gris rutina que abruma al antihéroe de turno. Por supuesto, en los sueños. Al despertar, todo cambia. Mencionábamos al principio que la soledad del personaje atravesaba al film como un tema mayor. Existen momentos claves a lo largo del desarrollo del film en donde nuestro personaje los afronta en la más absoluta soledad y ensimismamiento, sumado a la vida extremadamente parca que lleva.
Existe una marca autoral indeleble, cuya huella puede rastrearse en obras anteriores como “Furia” (1936) o “Sólo se Vive una Vez” (1937). Lang nos acerca al culpable del crimen, lo que otorga una inmediata identificación con el asesino, mediante la búsqueda de la resolución del misterio. Esto propicia dos aspectos claves a resaltar. Por un lado, un crescendo de tensión dado el uso que hace de la focalización (la suministración de información al espectador y el grado de su conocimiento), ya que la sorpresa de la historia no adelanta si el crimen será confesado antes o descubierto. Por otro lado, observamos la mirada de Lang penetrando lo más profundo de la oscuridad humana. Para el autor, en el alma humana se esconde un asesino por naturaleza y un fino límite puede convertir a cualquier inocente en criminal consumado. Prueba de esta máxima es aquello que sucede en otra destacada obra posterior: “Más Allá de la Duda” (1956).
Reconstruir la mirada desde lo onírico no solo potencia su significado simbólico abrevando en terrenos del psicoanálisis, sino que nos abre la puerta a una segunda interpretación posible en la cual reside el encanto del film. Cambiando el sentido de lo real, Fritz Lang se convierte en el mejor ilusionista: aquel que enseña el acto de magia sin develar el truco.
Título: La mujer del cuadro
Título original: The Woman in the Window
Año: 1944.
Duración: 99 minutos.
País: Estados Unidos.
Dirección: Fritz Lang.
Guion: Nunnally Johnson (Novela: J.H. Wallis).
Música: Arthur Lange.
Fotografía: Milton Krasner.
Reparto: Edward G. Robinson, Joan Bennett, Raymond Massey, Edmund Breon, Dan Duryea, Thomas E. Jackson, Dorothy Peterson, Arthur Loft y Frank Dawson.
Productora: International Pictures / Christie Corporation. Distribuida por RKO Radio Pictures.
Género: Cine negro. Intriga. Thriller | Crimen.
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