A Monster Calls: De grandes a chiquitos

A Monster Calls es posiblemente uno de los grandes logros de la literatura de nuestros días. A través de un momento en la vida de un niño, el libro narra una historia de dolor y catarsis.

Por @cotiesposito_

Conor O’Malley es un chico de trece años que, además de todas las vicisitudes de la adolescencia, debe enfrentarse a la enfermedad terminal de su madre. Con un padre que vive en otro continente y una abuela ante quien se siente únicamente un estorbo, Conor recorre este camino de muerte y de pérdida.

    Sin embargo, como en muchas de las historias de caminos, Conor tendrá un guía. Alienado del mundo y de los otros seres humanos que lo miran con condescendencia o ni siquiera lo miran, su único acompañante en este duelo será un monstruo, y no cualquier monstruo: uno que cuenta historias.

La novela se abre con una frase contundente: “El monstruo apareció justo después de la medianoche. Como siempre hacen”. Desde el comienzo, el escritor Patrick Ness nos propone una lectura que renuncia a las leyes de nuestra misma realidad: en el mundo de Conor existen los monstruos. O no. Y esa es una de las preguntas que, como el protagonista, puede plantearse el lector. Sin embargo, esta pregunta se va desdibujando a medida que avanza la trama.

    Mientras acompañamos a Conor y al monstruo, que toma la forma de un árbol – específicamente de un tejo -, a través de las distintas historias que este le ofrece, la pregunta alrededor de la realidad o la fantasía deja de ser  importante para el chico, que ahora está menos solo y que encuentra finalmente alguna clase de resguardo para lo que queda de su niñez.

Porque la historia de A Monster Calls es eso: la historia del resguardo de la niñez. Hay una situación clave en la novela: luego de las primeras interacciones, cuando esperamos ver a Conor asustado porque, en definitiva, hay un monstruo que lo busca, el chico no tiene miedo porque “hay cosas peores”. Desde entonces hay un orden que debe ser restaurado: los chicos deben tenerle miedo a los monstruos, no al cáncer.

    En ese sentido el árbol es la figura guía y debe hacer recorrer a Conor un camino de vuelta a la infancia. Para eso, le promete contar tres historias, pero a cambio de algo: que Conor le cuente “su verdad”, una pesadilla recurrente del protagonista de la cual sólo sabemos que involucra a su madre y a un miedo terrible a soltarla.

    Llegado el momento, Conor revive –en esta atmósfera de irrealidad- esa pesadilla, pero ya no solo, sino acompañado por el monstruo. Sartre alguna vez dijo que “la vida humana comienza del otro lado de la desesperación”. Conor está atrapado en la desesperanza y en la negación y el monstruo llega para empujarlo hacia el vacío, para cruzar esa desesperación y volver a vivir.

    A través del dolor y del enojo, Patrick Ness logró con un estilo simple pero intenso retratar una historia de dolor y de duelo. Después de revivir la pesadilla, Conor se acurruca en las manos del monstruo, que toman una forma similar a la de un nido. Conor volvió a ser un niño y por eso, aunque el dolor y la pérdida sean la línea dominante en la narración, A Monster Calls es una historia de esperanza.

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Cinefilo, comiquero, coleccionista, comic addict. Whovian de tiempo completo.

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