Conocida como Costa o Costita, por los miles de fanáticos que la siguen día a día en la radio y en sus redes sociales, vuelve al Teatro Maipo con el espectáculo “Yo no hablo así“, charlamos con ella sobre el show y su asombrosa vida de lucha y perseverancia.
La primera vez que supe de Costa fue a través de su hipnótica voz, alguien a mi lado escuchaba una de los episodios que ella relata en “Costa, la contadora“ una serie de capítulos breves donde la humorista cuenta distintas historias en un tono de nostalgia y melancolía. Lo primero que llamó mi atención no fue la historia en sí, si no la manera en que era relatada, desde la cadencia y el tono hasta la acentuación con que cada palabra era pronunciada, algo así como aquellos encantadores de serpientes que a través de su música captaban la atención del animal, Costa a través de sus voz y con la palabra como herramienta, es esencialmente, una encantadora (y una contadora) de historias, que nos envuelve bajo ese manto de seducción.
Prevalece en ella siempre el humor y los dotes, brillantes por cierto, para la comedia, sin embargo hay un lado de Costa que emerge, a veces sin pedir permiso, que tiene que ver con lo emocional, con la historia propia en la que miles de personas se pueden ver reflejadas, con el ejemplo en el hacer (y no en el decir) y con la voluntad tenaz de alguien que desde muy chica tuvo claro cual sería su rol en el mundo y que unos cuantos años después, habiendo vivido incluso un tiempo en la calle, la encuentra como una triunfadora. Ese éxito no solo tiene que ver con la popularidad que su carisma y trabajo promueven, sino también con la sencillez y calidez de una persona que luchó por ser feliz y ahora es consciente que puede ser un espejo donde muchos necesiten mirarse para ir en busca de esa misma felicidad.
En su espectáculo “Yo no hablo así“ en el Teatro Maipo Kabaret, la artista despliega todas sus facetas con una destreza genuina y una naturalidad que atrapa al público desde el comienzo para no soltarlo hasta el aplauso final. A través de un viaje emotivo, con anécdotas y recuerdos propios del pasado de la artista e inclusiones de sketch cómicos, el hilo conductor que transporta al espectador de la risa al llanto en cuestión de segundos pareciera encontrar fundamento en la magia que Costa impone en el escenario. Hacer reír sin recurrir al grotesco no es cualidad de muchos y hacer llorar sin caer en el golpe bajo, tampoco, es allí donde reside el talento nato que la artista explota al máximo en cada momento del show.
Costa es profeta en su tierra, esa tierra puede ser un escenario de teatro, un micrófono en la radio, un estudio de televisión y en el valor que destaca, es que es profeta de su propia palabra, de su historia, la que día a día construye y desnuda frente a todos aquellos que encuentran distintos motivos para seguirla y admirarla en cada paso de la fantástica carrera que ha logrado construir.
En “Yo no hablo así“ queda claro que, si bien la improvisación está a la orden del día ya que hay mucho juego y contacto con el público, Costa no es una improvisada, su formación va más allá del mundo del espectáculo y eso hace que el show tenga ese “algo más“ que lo convierte en un éxito a sala llena. Ese algo se presenta en forma de tango, de poesía, de autores y cuentos que sobrevuelan entre las luces del Maipo y encuentran en la voz de ella la mejor manera de manifestarse.
Un espectáculo íntimo donde el valor de la palabra cobra un papel fundamental con una artista que decidió un día abandonar la comodidad de la incomodidad y salir al mundo a buscar su lugar y brillar con luz propia.
Unos minutos antes del disfrute total del espectáculo pudimos hablar con su protagonista, y recorrer el camino desde su infancia en la ciudad de Córdoba hasta el maravilloso presente que disfruta en la actualidad.
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