[REVIEW] El Abrazo Partido

30 de marzo de 2024 Florencia Romanella Reviews 0

A 20 años de su estreno, «El abrazo partido» volvió a la pantalla grande gracias a la función homenaje realizada el día 27 de Marzo en el Cine Gaumont.

Por @ClkworkMagnolia

En el año 2004, luego de haber ganado el Oso de Plata a «Mejor Película» y «Mejor Actor» para Daniel Hendler en el Festival de Berlín , la película que conforma la segunda entrega dentro de la trilogía de «Once» realizada por Daniel Burman, llegó a los cines argentinos en Marzo de dicho año, convirtiéndose en un éxito de taquilla de la época.

Años más tarde, la cinta que introdujo al mundo a las galerías de Once, se volvió un material de difícil acceso debido a la falta de una Cinemateca Nacional que preserve el material fílmico. Solo se podía encontrar algunas copias en una penosa calidad en páginas pirata ubicadas dentro de las profundidades del internet. Pero, gracias a la reciente remasterización en 4K realizada a través del plan Recuperar, un proyecto llevado a cabo en conjunto entre el DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) y el laboratorio digital audiovisual GOTIKA, ahora se encuentra en condiciones para ser exhibida en pantalla grande y también se puede hallar disponible para ver en la plataforma de Amazon Prime Video.

Este film sigue a Ariel Makaroff (Daniel Hendler), un joven en sus veintes con raíces judio-polacas que se ve atascado dentro de una de las galerías de Once ateniendo el local de ropa interior llamado «Creaciones Elías» junto con su madre (Adriana Aizemberg), acompañados por su hermano que se dedica a las importaciones. Su padre, Elías (Jorge D’Elía), los abandonó cuando Ariel era pequeño para irse a la guerra de Yom Kippur, dejándoles el local a cargo, y con ello, una ausencia que va a fastidiar al protagonista, el cual jamás entendió cómo un padre podría abandonar a su familia y desaparecer para ir a la guerra. Ariel buscará obtener el pasaporte polaco para emigrar a Polonia y así dejar atrás aquel estilo de vida y el recuerdo de su padre que lo atormenta dentro de ese espacio.

Uno de los grandes méritos que tiene la obra de Burman es la facilidad con la que se despliega un universo cultural dentro de las de las galerías, reflejando las historias de los inmigrantes de diversos orígenes en Buenos Aires. Cada uno tiene personajes que los representan y que se empiezan a entrelazar entre sí a través de la comedia. Todos tienen historias y secretos que quieren mantener ocultos detrás de los ventanales de la galería, al mismo tiempo que quieren espiar y desenterrar los enigmas que esconden de los demás, creando así un espacio lleno de acciones y personajes en constante movimiento.

Para capturar las dinámicas entre los personajes sin perder el foco en Ariel, Burman recurre a la cámara en mano con movimientos vertiginosos, reencuadres y zooms la mayor parte de la película. Captura el frenesí de la vida del mercado, los pedidos, entregas y conflictos constantes entre comerciantes. A pesar de la rapidez y ritmo que le otorga a la película, jamás pierde los pequeños gestos de cada uno, captura lo que tienen para decir y tiene presente que detrás de la fachada de cada local, hay una historia por contarse, por más pequeña que sea.

Se le da atención a las actuaciones de los actores y no actores para que funcionen cohesivamente y así traer al proyecto el aspecto de lo genuino e imperfecto que se busca en el marco de la ficción. Con esta idea, durante el rodaje, intentaron filmar con un equipo reducido para que interfieran lo menos posible con la inmediatez que existe entre la acción de los actores y lo que captura la cámara.

Así como todos le insisten a Ariel durante la película que vea Los girasoles de Rusia (1970) dirigida por Vittorio De Sica y protagonizada por Sophia Loren y Marcello Mastroianni, con el fin de que el cine le sirva como una herramienta para entender parte de su historia no saldada con su padre y aquello de lo que nadie quiere hablar. Nosotros, como espectadores, podemos ver El Abrazo Partido también como una película que nos permite captar el reflejo cultural de Buenos Aires a través de la empatía e identificación, con el fin de entendernos un poco más a nosotros mismos y reforzar el valor que tiene el cine de crear un espacio común, una memoria colectiva.