“13 Reasons Why”: El arrebato de significado a la muerte

¿Cómo empezar a hablar de una serie que intentó abarcarlo todo sin asumir la responsabilidad de nada?

Por @GiuCappiello

Hace unos días atrás @mauvais1 se encargó de realizar un muy interesante y completo análisis que abarca la segunda temporada de “13 Reasons why” en su totalidad, pero son tantas las críticas que se merece la serie en cuestión, que decidimos ahondar un poco más y focalizar en la gravedad de uno de los temas desplegados: la muerte.

“13 Reasons why” se valió de la polémica presente en los temas que plantea su trama, para desarrollar de manera imprudente una serie de cuestiones que son de interés y preocupación social. Se trata de un conjunto de problemáticas inherentes a la vida adolescente, que resultan a-históricas ya que existieron siempre, pero que en la actualidad se ven agravadas y facilitadas por la inmediatez y proliferación que brinda la tecnología.

Tal vez las críticas se remonten hasta la primera temporada, por el romanticismo a través del cual se cuenta un suicidio, o peor aún, por el romanticismo con el cual se relata la angustia de una persona que “encontró” a través de la muerte, la forma de no sufrir más. Aunque tomando una postura optimista sobre el asunto, podríamos pensar que –a pesar de esto– la serie pudo haber servido como disparador, para conversar en las casas o entre pares sobre aquellos temas desplegados de gran importancia; este pequeño “aspecto positivo” en “13 Reasons why”, se desmorona inmediatamente cuando nos disponemos a analizar lo presentado en su segunda temporada.

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Cabe la aclaración que el análisis que se desarrollará a partir de este punto, comprende una perspectiva crítica acerca del mensaje que transmite la serie. Y creemos que el primer error radica en la intencionalidad de la misma: no se trata de ser gratuitamente minuciosos, porque sería una ingenuidad exigirle responsabilidad y lógica a cualquier producto que se estrene tanto en Netflix como en cualquier otro medio. En realidad, lo primero que se le reclama a “13 Reasons why” es la postura de “concientización” y/o “prevención” tras la cual se respaldan para desplegar el contendido: si la intencionalidad a priori fuese otra, si el tono en el que se cuentan los hechos no fuese el mismo, entonces tal vez no estaríamos haciendo esta crítica, ni exigiéndole un mayor grado de conciencia a los responsables detrás de la serie. Es que ni como efectores de productos audiovisuales, ni como consumidores de ellos, podemos negar la relevancia del mensaje que transmite aquello que vemos; y mucho menos –o mucho más– cuando el público principal al que está dirigido la serie, es el grupo etario con mayor sensibilidad hacia los temas que la misma despliega, es decir, los adolescentes.

Entonces podríamos decir que el error comienza desde el título mismo, cuando se enumera una serie de razones que aparentemente son “suficientes” para llegar a cometer el suicidio. Como si este acto fuese un fenómeno cuantificable en el que determinado número de causas justifican la elección de terminar con la vida. Este es un aspecto del que no tomaron dimensión los realizadores de la serie hasta el último capítulo de la segunda temporada, cuando Olivia, la mamá de Hanna, le plantea a Clay que no existen “razones suficientes” para cometer un suicidio. Pero claro que para esta altura, y luego de todo lo desplegado en los 26 capítulos que comprenden ambas temporadas, resulta un tanto pobre que se le dedique no más que unos segundos a esta reflexión.

Si profundizamos un poco más, introduciéndonos en el verdadero “quid” de la cuestión, nos encontramos con la presencia sustancial de la muerte. Como dijimos anteriormente, la serie comienza con el pie izquierdo cuando desdibuja su peso concreto y simbólico a través de unos cassettes. Uno como espectador se ve tentado a perder de vista la angustia de Hanna y termina concentrándose en su capacidad creativa de expresión, y en intentar unir aquellos puntos que se traducen en “razones”. Pero si esto no había resultado suficiente, “13 Reasons why” avanza un poco más en este recorrido de irresponsabilidad, y en su segunda temporada nos muestra a Hanna: en forma de fantasma, alma en pena o alucinación –podemos ponerle el nombre que más nos plazca– el problema es que efectivamente nos la muestra, negando implícitamente lo indiscutible de su muerte.

Entendamos que nos ubicamos en un plano de análisis que excede la percepción pasiva de un contenido, sería imposible enumerar cuántas veces se ha presentado dentro del mundo literario y cinematográfico, la existencia fantasmal de un personaje que falleció. Pero frente a una serie que se embandera tras una causa, y exhibe desde su propuesta el afán por concientizar acerca del suicidio, resulta imperdonable y hasta aberrante que se abra el campo de la posibilidad de existir luego de la muerte. Si lo que se busca es prevenir sobre el suicidio, entonces es inaceptable plantear que uno puede “permanecer”, “volver” o “prolongar la existencia” luego de haber terminado con la propia vida; ya sea para unir cabos sueltos, solucionar temas inconclusos o ayudar a quienes quedaron sufriendo. Resulta realmente necesario establecermás allá de toda creencia religiosa o metafísicaque cuando uno muere, no existe más.

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Estamos hablando de un aspecto doble: que quien muere no existe más –físicamente- resulta una certeza que se construye mediante el duelo emocional, que realizamos aquellos que quedamos en el mundo de los vivos cuando es otro el que muere; tanto el tiempo que uno tarde, como la forma en que se haga, son subjetivos y propios de cada persona. Por lo tanto, en “13 Reasons why” el error –u horror– no reposa tanto en que Clay vea y/o interactúe con Hanna, sino que la equivocación encuentra mayor gravedad en la segunda arista de este aspecto: en otorgarle a Hanna una existencia “más allá de la vida”, existencia que incide en los acontecimientos de la realidad efectiva, la realidad de los vivos. Pensemos por un segundo el mensaje que ingresa silenciosamente al inconsciente de los adolescentes –y por qué no también al de los adultos– al mirar la serie: el dolor persiste aún después de muerto, ya que Hanna sufre que no se comprenda su historia, al igual que sufre las tergiversaciones de la misma. Esto sumado a lo dicho anteriormente, en cuanto a la prolongación de la existencia, como si se tratara de una “segunda chance» que te da la vida post mortem, en donde si la muerte no es una solución “propicia”, entonces tenemos “otra posibilidad” de “aclarar las cosas” desde el más allá.

A propósito de Clay, hablamos de las formas subjetivas de lidiar con la muerte, es que ésta –parafraseando a Jacques Lacan– es aquello imposible de nombrar. Como seres humanos conscientes de la finitud de la vida, carecemos de palabras suficientes que expliquen para poder entender: existen aproximados, hipótesis y creencias, pero sólo tiene certeza acerca de la muerte quien efectivamente muere. Y es por esta misma razón que resulta tan grave que en “13 Reasons why” se plantee de manera sumamente edulcorada a la muerte misma, que se le reste entidad y peso a algo tan primordial; porque aunque probablemente sea el mayor miedo del hombre, es la muerte quien le da sentido a la vida. Es porque sabemos que morimos que valoramos el estar vivos y es por eso mismo que no puede haber medias tintas, no puede haber prolongaciones de existencia, no puede haber romanticismo en la presentación del fallecer. La muerte es un límite, es una frontera física y simbólica que construimos conceptualmente a lo largo de toda nuestra vida, para que ésta, en el mientras tanto, tenga sentido.

Creer en un cielo o en la reencarnación, son herramientas que el ser humano –desde el más primitivo– ha encontrado como consuelo, es algo propio del hombre y no puede desmentirse como mecanismo. Pero no por esto debe tratarse con liviandad la forma en que “se le arrebata a la muerte el significado cancelador de la vida”. (Sigmud Freud)

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Cuando la premisa es prevenir y concientizar, los mensajes deben ser claros y concretos. Cuando los receptores del mensaje son susceptibles a las temáticas, la responsabilidad debe ser aún mayor. Y cuando la responsabilidad es tan grande, se debe tener la espalda suficiente para afrontar el compromiso. No se trata de subestimar ni a los adolescentes ni al espectador en general, como tampoco de ser minuciosos en exceso; sino que se trata de adoptar una postura crítica para tomar conciencia, y dimensionar la real importancia del contenido desplegado, así como el posible impacto del texto invisible que se presenta más allá de una “simple” serie.


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Título: «13 Reasons Why»

DirecciónBrian Yorkey (Creador), Thomas McCarthy, Kyle Patrick Alvarez, Gregg Araki,Carl Franklin, Jessica Yu, Helen Shaver

GuionBrian Yorkey, Elizabeth Benjamin, Diana Son, Thomas Higgins, Nathan Jackson, Nic Sheff,Hayley Tyler (Novela: Jay Asher)

Reparto: Dylan Minnette, Katherine Langford,Christian Navarro, Alisha Boe, Brandon Flynn,Justin Prentice, Miles Heizer, Ross Butler, Devin Druid,Amy Hargreaves, Derek Luke, Kate Walsh, Michele Selene Ang, Brian d’Arcy James, Sosie Bacon,Steven Weber, Mark Pellegrino, Ajiona Alexus, Henry Zaga,Steven Silver, Tommy Dorfman, Robert Gant, Keiko Agena, Uriah Shelton.

Productora: Netflix / Kicked to the Curb Productions / Anonymous Content / July Moon Productions / Paramount Network Television Productions


 

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