Retrospectiva Bastarda: «Tokyo Godfathers» (2003), de Satoshi Kon

Una de las obras más grandes de Satoshi Kon, donde el realismo mágico se apodera de las calles de Tokyo. Es noche de navidad y tres personas sin hogar irán en la búsqueda de los padres de una bebé que se aparece en sus vidas de manera misteriosa.

Por Nahuel Arturo (@nahuutwm)

La figura de Satoshi Kon es una que marca respeto al solo nombrarlo. Si bien internacionalmente siempre ha estado a la sombra de autores como Hayao Miyazaki, Isao Takahata y demás directores de Studio Ghibli, su trágica muerte lo ha vuelto poner en un primer plano a la hora de repasar a los grandes maestros de la animación japonesa. Sea injusto o no, la muerte de los artistas siempre termina siendo una excusa para repasar las obras escondidas y encontrar esas joyas infravaloradas en filmografía de actores y directores. Así ha sido el caso con el director de un gran compendio de obras maestras: Perfect Blue, Paprika y Tokyo Godfathers. Estas son algunas de las películas que han estado a cargo de Satoshi Kon, el genio entre las sombras.

Satoshi Kon nació el 12 de octubre de 1963 en Hokkaidō. Estudió Bellas Artes, con la aspiración de ser animador. Dio sus primeros pasos con la obra de manga Toriko de 1984. Gracias a esta obra, obtuvo el segundo puesto en los décimos premios anuales “Tetsuya Chiba” de la revista “Young Magazine”, perteneciente a la editorial Kodansha. De esta manera, llamó la atención de Katsuhiro Otomo (autor de Akira). Tras varias colaboraciones con Otomo en distintos mangas que fueron forjando su estilo, finalmente Kon debuta en el mundo del animé. Este debut fue escribiendo y co-dirigiendo el quinto episodio de la hoy afamada serie Jojo´s Bizarre Adventure, en lo que fue la primera adaptación del manga de Hirohiko Araki. Tras varios coqueteos con el mundo del manga, finalmente, Satoshi Kon estrena su opera prima titulada Perfect Blue (1997). Tras su gran éxito en Japón, rápidamente empezó a trabajar en Millenium Actress, estrenada en 2001. Y, finalmente, vería la luz la obra que nos trae a esta retrospectiva: Tokyo Godfathers (2003).

Es menester que tengamos en cuenta dos grandes características del director japonés: su amor por el animé, especialmente por el trabajo de Osamu Tezuka en Astroboy. Este fue el determinante para que el director de Perfect Blue se terminara de decidir para que el dibujo y la animación fueran sus principales medios para narrar sus historias. Y, por otro lado, su cinefilia. Su amor por directores como Akira Kurosawa, John Ford, Alfred Hitchcock e Ishiro Honda fueron factores claves para su formación como cineasta. En esta misma línea, podemos decir que Tokyo Godfathers tiene una gran inspiración en 3 Godfathers de 1948, dirigida por el maestro del Western: John Ford. Allí, tres asaltantes de bancos, luego de uno de sus robos, se encuentran a la huida del sheriff del pueblo. Para evadirlo deben tomar un pequeño desvío en su camino. Es entonces cuando se encuentran con una mujer a punto de dar a luz. La madre moribunda nombra a los tres cowboys como padrinos del niño y les encomienda que se hagan cargo del mismo, protegiéndolo a como dé lugar. En el viaje, estos forajidos encontrarán un contacto mucho más profundo con su humanidad y sentimientos, así como una salida a su vida de fechorías.

En esta misma línea, en la obra de Satoshi Kon, Gin, Hana y Miyuki son tres personas sin hogar (“homeless”) quienes no tienen interés alguno en recordar su pasado. Los tres vagan por las calles en la noche de navidad deseando encontrar algún respiro de su difícil y dura vida en la noche fría de Tokyo. En un intento de alegrarle la noche a Miyuki, Hana escarba entre distintas bolsas de basura buscando un libro que le había comprado como regalo de navidad. Sin embargo, lo que encuentran es a un pequeño bebé abandonado. Luego de ciertos debates sobre la crianza y la familia, deciden que lo mejor es encontrar a sus padres y devolverlo a su hogar. De esta manera, empieza una historia repleta de idas y vueltas, de historias cruzadas y de diversas desventuras que irán poniendo al trio protagónico en situaciones de lo más locas y divertidas.

Una de las principales razones por las cuales podemos empatizar y adentrarnos tan rápido en la historia es por el trio protagónico y sus definidos roles dentro del gran concepto de la película: la familia. Miyuki es una joven que escapó de su hogar hace poco más de 6 meses, cumple el rol de “hija” y unificador entre los otros dos protagonistas con personalidades ampliamente antagónicas. Hana es una mujer trans u «okama» con una personalidad amistosa pero fácilmente irascible y sarcástica. Es la dueña de los momentos más cómicos de la película y también de los más emocionales, ocupa el rol de “madre” dentro de esta familia de “homeless”. Por otro lado, Gin vendría a ocupar el rol de padre de familia. Tacaño, terco y siempre malhumorado es un apostador compulsivo que dice haber sido un ex ciclista profesional y haber perdido a su hija y esposa por enfermedad. Luego, como será común en Tokyo Godfathers, descubriremos que las cosas no son tal cual aparentan o nos cuentan en primer lugar. A medida que avanza la historia en búsqueda de los padres de la joven Kiyoko, bautizada así por la misma Hana, los personajes deberán plantarle cara a su pasado al mismo tiempo que descubren que, aunque perdieron una familia, ganaron una nueva.

Pero la dinámica de este trio de marginados no lograría llegarnos de tal manera si no fuera por la precisión en el dibujo de facciones que tiene Kon para con sus personajes. Cuidado al milímetro, cada línea de dibujo está puesta por una razón. No hay trazo al azar en el arte de Kon y es por eso que cada sentimiento, gesto y palabra puesta por los actores de voz calza perfecta para hacernos emocionar y reír a partes iguales en el momento justo. Sumado a esto, tenemos el estilo “realista” utilizado por el director japonés, diferente al estándar en el animé. Nos despedimos de los ojos gigantes, las caras aterciopeladas, los cuerpos de complexión media y estatura promedio como el denominador común en los personajes. Esto da lugar a las facciones, las imperfecciones, los rasgos distintivos que otorgan una personalidad única a cada uno de los miembros del cast. En el cine de Satoshi Kon hay lugar para la complejidad y la diferenciación en el aspecto físico de sus personajes porque entiende que esos cuerpos también narran. Narran en función de historias y no solo de gags momentáneos. En este sentido, gran parte se debe a su influencia cinéfila y lo aprendido de sus maestros. Mencionamos anteriormente que Tokyo Godfathers tiene inspiración en 3 Godfathers, pero lejos de ser una curiosidad al pasar, considero que la obra del maestro japonés dialoga directamente con la de John Ford.

En 3 Godfathers, el primer punto de giro es el encuentro en el desierto del trio de cowboys con la mujer embarazada y su naciente hijo. La madre del bebé es quien los declara padrinos del niño y se los entrega en brazos, además de nombrarlo con sus nombres para declarar aún más que ahora es “suyo” en representación de una esperanza o, también, de una nueva vida que deben ganarse, a cambio de la complicada tarea de llevarlo con vida al pueblo más cercano. Dicho objetivo será alcanzado hacia el final del metraje por el personaje interpretado por John Wayne y será, justamente, en la noche de navidad. En Tokyo Godfathers, en cambio, el encuentro con el(la) bebé se da en el inicio de la película, con ella ya nacida, y en la noche de navidad. Podría decirse que donde termina 3 Godfathers es donde comienza la obra de Kon. La esperanza, representada en el nacimiento de esa nueva vida con la que el trio sin hogar choca por casualidad, es un símbolo de fe y cambio para ellos. Sus vidas monótonas y aburridas se ven atravesadas por el elemento mágico que promete ser el artefacto modificador que cambie sus destinos. Entonces, son ellos quienes proactivamente deciden emprender la búsqueda de los padres de la niña, intentando en el camino justificar ese regalo caído del cielo. Es, a partir de esta búsqueda, que se irán cruzando con una variopinta cantidad de personajes cada uno con su propia historia y micro mundos contenidos dentro de los breves minutos en que los protagonistas pasan por sus vidas. Estos, además suelen estar conectados dando lugar a una serie de casualidades e historias cruzadas que llevan hasta el absurdo esta serie de eventos, casi siempre terminando en una tragedia o accidente que es evitado por una especie de poder mágico atraído por la bebé Kiyoko. Esto, de alguna manera, viniendo a representar las segundas oportunidades que se les da al trio protagónico para reconciliarse con ellos mismos y con sus propios pasados.

Una adolescente incapaz de comunicarse y conectar con sus padres, un hombre que lo perdió todo por su ludopatía y una mujer que, incapaz de afrontar la muerte de su amado, en un mal día laboral decidió dejar todo atrás abandonando su hogar. Uno a uno irán enfrentando la verdad que decidieron esconder bajo la alfombra y, a su vez, enfrentándose a esa segunda familia que encontraron en las calles de Tokyo.

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Satoshi Kon, un hombre conocido por la complejidad de sus historias, no se contentó solo con hacer personajes complejos sino también su historia lo es. En ningún momento decide victimizar a sus personajes al principio de la historia ni glorificarlos hacía el final. Entiende y nos demuestra que cada decisión tomada los llevó a estar donde están. De la misma manera, la redención se la ganan tanto para ellos mismos como para los demás, devolviendo la beba a su hogar. O dicho de otra manera, devolviendo esa felicidad que se les entregó al comienzo de la película. No nos olvidemos que el primer frame de la misma es un bebé, el niño Jesús en el pesebre, representado en una obra teatral. Y, aunque el último frame sea la imagen del hospital donde terminan nuestros protagonistas tras sus desventuras representando esa relación final entre Miyuki y su padre, que el espectador debe decidir y pensar por cuenta propia si finalmente sanará o no, el anteúltimo frame es la sonrisa de “Kiyoko”. En un acto de circularidad y cerrando la historia tal como empezó, pero con el trio protagónico ya transformado. Ya no en navidad, el nacimiento de la esperanza. Estamos en año nuevo, momento ideal para los cambios, las segundas oportunidades y el comienzo de una nueva vida.


Titulo: Tokyo Godfathers

Título original: Tōkyō Goddofāzāzu

Año: 2003.

Duración: 88 min.

País: Japón.

Dirección: Satoshi Kon, Shôgo Furuya.

Guion: Satoshi Kon, Keiko Nobumoto.

Historia: Satoshi Kon.

Música: Moonriders, Keiichi Suzuki.

Productora: Madhouse.

Género: Animación. Drama. Comedia | Pobreza. Navidad. Animación para adultos.

Es Navidad y la nieve cubre la ciudad de Tokio con su blanco manto. En algún lugar de Shinjuku encontramos a tres vagabundos: Gin, Hana y Miyuki. Una noche oyen unos lloros que salen de entre un montón de basura y encuentran a un angelical bebé. Gin insiste en llevarlo a la policía y que ellos se encarguen de él. Sin embargo, Hana, que siempre ha tenido la ilusión de tener un bebé, no quiere dejárselo a nadie y que sean ellos mismos los que busquen a los padres. Así será como estos tres amigos se embarcan en la aventura de encontrar a la familia del bebé.

https://www.youtube.com/watch?v=ZL_2E-HfIZY

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